jueves, 20 de septiembre de 2012

Di-a-rio


Miércoles

[Sentarme – Abrirme – Leerme – Escribirme]

Difícil volver a la rutina constructiva y destructiva del reconto emocional y reflexivo.
Hoy me cuestan los silencios de las hojas desnudas y lo que quiero decir con estas frases tachadas como gritos.
Hubo un tiempo en el que veía entrar la luz y disiparse en caminos traslúcidos, brillantes, persiguiendo el fondo donde habitan estrellas y monstruos marinos.


Jueves

El equilibrio da vértigo. Va a llover aunque esté durmiendo y no vea el relámpago.
Salto de idea a idea intentando avanzar sin caer. A veces el error es inevitable y hasta buscado.
Se siente fuerte en la mezquindad. Muestra los dientes, se ríe. Más tarde, el vino llega a ser rico y luego, el champagne. Se repite el brindis y la escena del mozo abasteciendo en silencio.
Antes de dormir me corroe el anhelo de un Marlboro encendido y tu voz llegando por la espalda.


Viernes

Sensibilidades envasadas al vacío.
Dónde se guardaban las debilidades y otras características demodé?
Tuve un sueño loco y mi analista se decreta enfermo.
Me soñé en los cueros de un hombre por primera vez.
Y no cualquier hombre.
Besaba a una mujer,
Y no a cualquier mujer.
No arriesgo resultados de búsqueda.
Un beso inesperado, ridículo y simbólico siempre entorpece cualquier intento serio de análisis.


Sábado

-         Descubrir si estoy rota o descosida.
-         Encontrar el hilo indicado.
-         Esterilizar la zona afectada.
-         Soplar piadosamente.
-         Enhebrar aguja.
-         Llorar lo que haga falta.
-         Respirar profundo.
-         Puntadas prolijas.
-         Necesidad de mimos en el pelo.

Viernes


Esta colección
de espejos
que inventan
objetos
infinitos
sujetos
castrados
es un recorte de luz
proyectado
en la superficie
y
es
el fondo
que se agita
y
el animal
que fui
buscando
excusas
en el cielo
razo
para no dormir
la siesta que
se tragó
las tardes
y
el animal
que espera
en la orilla
a que regrese
a buscarnos.

(en respuesta al Poema "Sábado" de Antonio Gamoneda)

Otros


Me despertó  el sonido lejano y constante de la crecida. Apareciste con el libro azul de letras doradas y en silencio, temiendo despertarme, te recostaste conmigo pero de frente en la hamaca que atravesaba la galería. Abrí los ojos recién cuando comenzaste a leer en voz alta para los dos y vi al cielo despejarse, dos o tres nubes bajas, tu perfil a contraluz, la hilera negra de hormigas subir por la pared.
Como en otros días de lluvia, tu mirada había virado al verde. No dejaba de asombrarme, pero no te lo decía.

-        “Comprendí que para un muchacho que no había cumplido veinte años; un hombre de más de setenta era casi un muerto.”

Tus dedos iban y volvían, siempre volvían a mis piernas, como un mantra.

-        “Le contesté: Suele parecerse al olvido, pero todavía encuentra lo que le encargan.”

En el punto y aparte nos reímos.
Ahora pienso que incluso en esas horas lo sabíamos. Suspendidos en el aire traslúcido, le habíamos ganado al tiempo.